Conversamos con Juga Di Prima, cantautora chilena referente de la música pascuense. Cuando vivió en Isla de Pascua se empapó de la cultura, la magia, la naturaleza y la historia del lugar. Una absoluta entendida en el tema, Juga Di Prima nos invita a conocer más sobre ella y sobre la importancia de la música ancestral en diferentes ámbitos.
Mezclas muchos estilos de música, siendo uno de ellos la pascuense ¿Qué importancia tiene incorporar estilos musicales de pueblos milenarios a los distintos géneros actuales?
Creo que hay símbolos y claves energéticas en las culturas milenarias que nos pueden ayudar a reconectar con el sentido de estar sobre la tierra y relacionarnos amorosamente con nuestra naturaleza, el cosmos y el otro. También creo que el arte es la vía de conservación de estos secretos. Sobre todo en la música que genera comunión y experiencia colectiva al instante. Cuando es triste, la catarsis, y cuando es alegre expande el goce. Así como somos infinitos, las posibilidades de renovar estos conceptos ¡son inagotables!
Qué viste en la música de la Isla como para querer practicarla? ¿En qué se diferencia de otras? ¿Qué inspira?
Son muchos los elementos musicales y culturales los que me resonaron al momento de querer incorporar esta cultura a mis creaciones.Por un lado está el ukelele tipo tahitiano, la isla es uno de los pocos lugares donde se toca, ya que el ukelele que está popularizado es el tipo hawaiano, que se parece más al cuatro venezolano o cavaquinho. El que uso es un espécimen bien remoto que viene de Islas Cook. ¡Me enamoró la dulzura de su sonoridad con sus cuerdas de lienzo para pescar! El tipo de rasgueo rítmico sincopado es otra particularidad que he incorporando en varias de mis canciones.
Escribo muchas canciones que incorporan el idioma rapa nui, pues me entusiasma que una lengua ancestral esté tan viva, que los jóvenes y mayores se comuniquen en ella y que se encuentre relacionada a las culturas polinésicas. Tienen raíces en común con pueblos originarios de Samoa, Islas Marquesas, Hawaii, Tahiti y Nueva Zelanda. Todos ellos se entienden bien en sus lenguas maohi a pesar de las variaciones, tienen su universo en común. Encuentro que es un tesoro y me entusiasma contribuir a darlo a conocer y que el arte relacionado a su cultura siga viva y se expanda. Es muy loco contar con semejante acervo cultural como parte de nuestro patrimonio y que no se profundice en ello.
¿Qué tan difícil es cruzar las “barreras musicales” en la actualidad? no estamos acostumbrados a escuchar música de Rapa Nui mezclada con rock, blues o jazz, por ejemplo …
En la música actual ya no encontramos estilos ni culturas estrictamente puras. Incluso en la música rapa nui, los cantos ancestrales a capella que eran acompañados de percusión con maea poro (piedras golpeadas entre sí)están muy distantes de cómo sonaban las canciones popularizadas en la isla desde los años 50. Con la incorporación del ukelele, la Kitara (guitarra) y el Upa Upa (acordeón tradicional), quién sabe cuántos navegantes que pasaron por la isla compartiendo sus músicas arraigaron sus influencias desde hace siglos.
Cuando fui a la isla a registrar mi disco El Orden de las Cosas en el 2009 aprendí cantando con músicos rapa nui canciones antiguas como “Maangarakerake”,o “He rongomo te repahoa” y también varias de Matato´a. Algunos son temas tradicionales y otros contemporáneos, resulta difícil rastrear cada influencia. Como toda música actual, la hibridación es un factor constituyente.
En el 2012 hice un show musical llamado Cada Isla un Tesoro , que fue una fantasía escénica de mis vivencias allá y en otras islas, junto a un montón de músicos y artistas teatrales, incluyendo al bailarín rapa nui Miguel Arévalo Pakarati.
El mismo año armé un proyecto audiovisual llamado “Sesiones Here Pata“que rescataba canciones preciosas de algunos cantautores underground de la isla, como John, Willi, Pepé y KihiTuki, Gato Tepano, Genaro Gatica Hey, que se han transformado en himnos cotidianos. Yo los acompañaba con ukelele y segundas voces junto a mi amigo musicólogo y acordeonista Felipe Bórquez.
También presenté mi show Juga di Piaf que incorporaba versiones mías y de ÉdithPiaf en el 2013 en el centro de eventos culturales Vai Te Mihi, donde presentamos canciones junto a varios cantautores y músicos rapa nui.
Luego comencé a estudiar el material recopilado por nuestra gran folclorista Margot Loyola y tuve la inquietud de reinterpretar cantos ancestrales. Cuando la visité en su casa y le canté los temas que compuse y recopilé allá, ella estaba muy emocionada pues siempre amó la isla y celebró la fusión. Le pregunté cuál era su canción favorita de todas las que conoció en la isla y me dijo: “…se llama Ate Manava Mate, estúdiala y ven a cantármela.” ¡Así fue! Me enseñó y corrigió, fue una experiencia maravillosa y fundamental para mí. Era originalmente un canto a capella y lo quise armonizar y adaptar a mi sentir. Junto a Carlos Villavicencio (arreglador de discos de Fito Páez, Spinetta…) y junto al violinista ruso AlexeyMusatov la reinventamos y la grabamos.
La pueden escuchar acá. He participado en homenajes a nivel nacional en torno a Margot Loyola (Gracias Margot, Patrimonio del Alma, etc.) Ella trabajó y registró mucha música rapa nui y la dio a conocer a Chile y el mundo desde los años 50.
Mi disco Maururu es una forma de agradecer tanta inspiración y aprendizaje. Incluye varias referencias y letras rapa nui, así como dibujos míos basados en los símbolos ancestrales que más me han atraído de esta exquisita y vasta cultura.
¿Hay una intención de “revivir” la cultura de pueblos originarios al incorporarla en la música? ¿Qué tan difícil es poder enganchar al público con este “nuevo” estilo musical?
En argentina eso está muy incorporado hace tiempo; bandas como Tonolec, Chancha Vía Circuito o Paloma del Cerro hace años trabajan esa fusión, sobretodo desde la electrónica y desde la cumbia. Yo estoy incorporando electrónica también, pero mezclando otros estilos y ritmos latinos.
La música permite acceder instintivamente a los misterios que todos llevamos en el ADN y acercarnos a cuestiones identitarias. Casi todas las culturas comparten principios básicos como el respeto a la naturaleza y a las respectivas energías y manifestaciones. Creo que el “enganche” del público con esta fusión que remite o retoma elementos culturales originarios se da naturalmente.
¿Cómo viste la escena musical de la Isla? ¿Es difícil “exportar” las artes que allá se desarrollan, incluyendo la música?
¡Hay tanta música que me encanta! Los clásicos KioTeao, Topatangi, Taina Vai Kava, RereTau´a, Matato´a.. también más actuales MaoriTupuna, Tao´a, Amahiro, y los cantautores Enrique Icka, Alicia Icka yHaumoana. Sus estilos incluyen sonoridad polinésica y se basan, a mi entender, en influencias de rock de los años 60-70-80as y en el reggae y las baladas de Bob Marley.
Hoy en día los maestros musicales que conservan el patrimonio tradicional ancestral son María Helena Hotus y KoroKutu, entre otros. He podido compartir largas conversaciones con ellos, son muy generosos con sus conocimientos y sus voces ancestrales.
Ahora con la escuela de música gratuita ONG Toki (obra de la gran pianista clásica MahaniTeave, junto al cantautor Enrique Icka), muchísimos niños rapanui están estudiando violín, chello, piano, acordeón y ukelele. ¡Creo que todos estamos ansiosos por escuchar la música que surgirá de ese maravilloso proyecto!
Sería muy bueno que más sellos editen estos discos antiguos y nuevos, para que se difunda digitalmente y en buena calidad la música, pues afuera de la isla e incluso en internet es difícil acceder a ella. Creo que cada vez hay más lugar e interés por exportar a estas bandas, que recorren principalmente los circuitos polinésicos (Tahiti, Hawaii) hasta ahora.
Por Carola Hidalgo.