La vida da porrazos, pero sabe cuándo actuar y a quién iluminar. Para los hermanos Gallagher, el epifánico canto de Luis Jara tuvo repercusión desde sus inicios. Desde aquellas ganas que tenía el menor de los hermanos por cantar, hasta la jefatura de ser el hombre tras los arreglos en vivo de la banda The inspiral Carpets. Momentos claves para los oriundos de Manchester, bajo la sombra de una madre esforzada rezaba a diario para que el éxito llegara pronto.
Visión, olfato y actitud. Principios básicos que Noel Gallagher tuvo desde que se metió en la música, sintiéndose en una ópera mientras la práctica y toma de control de parte de The Rain hacia eco en él. Así, toma control absoluto de la banda, a pesar que Liam dijera en el documental que él llegó pidiendo de rodillas entrar a la agrupación. La realidad supera a la ficción.
Dos horas en que se proyecta el ascenso de la banda más grande de Inglaterra hasta su histórica presentación en Knebworth, en el cual para Noel, su importancia radicaba en que 2,6 millones de personas estaban luchando para obtener un ticket. Como dato: 320 mil personas acudieron los días 10 y 11 de agosto y el 4% de la población inglesa quería ir.
Tan solo dos años les tomó llegar a aquel anhelado lugar en los charts ingleses. En los Brit Awards remediaba a Bono diciéndole “que las viejas bandas no deberían entregarle este premio a las nuevas grandes bandas” y cerraba su speech, con el irlandés buscando explicaciones para zafar.
Del Definitely maybe a su segunda placa, el “cejón” fanfarroneaba con sus 87 millones de libras, su Roll Royce y sus tres acosadoras. Pero del éxito, también apareció la distorsión, que a decir verdad, se tejió de forma temprana entre los hermanos y su círculo más cercano: cocaína, metanfetaminas, marihuana, éctasis y, sobretodo, alcohol.
Film alabado por la crítica, por las bondades que ofrecen sus primeros shows y ensayos, con Noel tomando protagonismo. Una producción con la a suficiente virtud de encaminar a unos chicos malos a la cúspide del estrellato.