Probablemente éste sea uno de los estrenos más esperados en este caótico, depresivo, ansioso y maldito 2020. El estreno de Rockfield llegó para plantear las bases geográficas e históricas de los sonidos más famosos de la escena británica desde los locos años 1970 hasta el “reciente” 2010.
El mítico Rockfield es el proyecto de dos hermanos, quienes desde el más profundo amor a la música, emprenden un proyecto autogestionado el que tendría por locación una granja, su casa, su hogar. El amor por la música de estos dos hermanos y amigos, quienes crecieron sin mayores estímulos que los vincularan a este arte, nace como la más pura expresión de autonomía y autogestión, puesto que aquí se sitúan los experimentos de su música.
Lo que comenzó como un proyecto musical de ambos, terminó dando pie a una de las instalaciones de producción musical más icónica de los últimos años, albergando a las bandas casi como si fuesen parte de la familia, compartiendo con ellos todos lo que implica hacer un álbum. Desde la más pura proactividad e iniciativa personal, es que estos hermanos Gales inicialmente ingeniaron las más rudimentarias formas de aislamiento de sonido, como por ejemplo la cobertura de una sala con bolsas vacías de alimento para cerdos.
Con el paso del tiempo, desde lo mas rudimentario se le abrió espacio a nuevas tecnologías que permitiesen aislar el sonido de la forma más pura, y gracias al ingenio de estos hermanos, es que lograron crear el estudio de grabación que vio nacer y/o crecer a bandas como Black Sabbath, Led Zeppelin, Queen, The Charlatans, Oasis, The Stone Roses entre los más destacados.
Este largometraje hace una profunda revisión cronológica tanto de la evolución de este estudio, cómo también de las bandas que marcaron su paso por la granja de Gales. Músicos que hablan de la experiencia de trabajar en este estudio, pero también nos cuentan parte de sus emociones y sentimientos los que también forman parte de la estancia en esta residencial. En palabras de Ozzy Osbourne: “Pude haber comprado un lugar en cualquier parte del mundo. Pero decidí vivir en Gales, Rockfield tiene algo de mí”.
Es evidente que la acción creativa y producción artística tiene algo más que solamente escribir canciones y partituras, es por esta razón que la granja de los hermanos de Gales tiene algo más que sólo ser una residencial. Según los músicos entrevistados, muchos de ellos concuerdan de forma casi unánime que Rockfield tiene un “Rockfeel”, una esencia, un misterio, una alquimia que trasciende todo, puesto que en este sitio muchas bandas crearon sus primeros discos, pero también muchas bandas consolidaron su sonido, su estilo; en términos concretos, muchas bandas generaron su propia armonía porque Rockfield tiene tal impacto, que se transforma en un mundo para quienes desarrollan sus carreras musicales.
En concreto, Rockfield fue uno de los estudios musicales más codiciados por el índice de éxito que tenían los discos que se crearon allí, tal era el éxito que siete álbumes de 10 de Billboard fueron grabados en el mítico estudio. Nos gusten o no las listas de los mejores discos, no deja de ser menor un indicador como este, puesto que reafirma que la granja de Gales tuvo la fórmula dorada para la mejor época de la escena británica.
Un punto que no pasará desapercibido para muchas, muches y muchos seguidores de The Stone Roses, es que aquí la banda trabajó por más de dos años y medio (quizás tres años) grabando voces para el disco homónimo del año 1989, en el que se destaca principalmente “Waterfall”, y también su disco “Second Coming” de 1994. Una grabación que no estuvo exenta de polémicas, problemas, discusiones. A decir verdad, hasta llegó la policía a las 8 am a Monmouth para llevarlos a la comisaría.
Si bien, la única deuda que queda sobre este documental es la aparición de los “cumas de Mánchester”, desde la voz de uno de los productores que trabajó en Second Coming hace magnifico hincapié en la misticidad que tiene The Stone Roses a la hora de producir música, ya que mucho de ello tiene locación en Monmouth, Gales. Según palabras del productor: “¿No es acaso esa misticidad la que hace que hasta el día de hoy, se sigan escuchando a los locos The Stone Roses?”
La evolución de la producción musical
Una de las reflexiones que nos deja este precioso documental que nos regala InEdit, son los cuestionamientos hacia la industria musical y su trayecto a la producción más homemade.
En la actualidad, gran parte de los proyectos artísticos comienzan desde la casa, un computador, micrófonos y mucha energía. Sin embargo, esta evolutiva también tiene sus costos, ya que el trabajo homemade tiene un proceso más solitario, un proceso mucho más autónomo que se aleja de lo que significó Rockfield para las bandas recientemente mencionadas.
Es preciso reconocer que ésta modalidad de producción musical tiene una potente resistencia política a la industria musical como imperio y también como dictadura patriarcal, tal como se dejó ver en el documental de Kate Nash; esta modalidad le abrió puertas a proyectos autónomos y autogestionados que no tendrían cabida en la “nube” de los sellos musicales, ya sea por financiamiento, cómo por patrones socialmente aceptados que transforman a un arista en un producto comercialmente rentable.
No obstante, esta modalidad tiene un costo que no deja a nadie indiferente, puesto que este proceso que es por efecto solitario, también relentiza los estrenos de nuevos sencillos, EP o LP. En palabras de la voz de Oasis, Liam Gallagher: “Todo llega por mail, las grabaciones de las baterías llegan por mail. Así voy a sacar un disco en 10 años”.
Es una realidad que muchos de los estudios de grabación musical se han cerrado pre- pandemia y durante la pandemia debido a la autonomía que te da el homemade de la grabación casera, pero también es preciso reconocer que hay una mística que ronda a los álbumes que han sido grabados en conjunto, como el proyecto colectivo y colaborativo que significa una banda, puesto que para los, les, las más melómanas este aspecto se hace evidente en el disfrute crítico de la música, se hace explícita la cohesión de las partes, como también los consensos que se generan al interior de la banda para decidir el curso y estilo que tomará un tema, o un disco, o incluso la reinvención de una banda en su totalidad (cómo el caso de Deftones y Diamond Eyes, uno de los pocos discos grabado con todas la banda en el estudio).
Un documental que no deja indiferente a nadie, un largometraje que vale la pena ver y repetir las veces que sea necesario. Un trabajo técnico y gráfico buenísimo. No hay duda que es un documental muy recomendado para todos aquellas, aquelles y aquellos que viven de la música, que aman la escena británica y que aún disfrutan y valoran el proceso de disfrute de álbumes. Gracias InEdit por este valioso estreno.