“Las cosas llegaron a su fin en febrero, el día en que debíamos tocar en un concierto en Southampton. En el coche, de camino para ir a buscar a Syd, alguien dijo ‘¿recogemos a Syd’?, y la respuesta fue ‘No, joder, no vale la pena'”. Así narraba Nick Mason en su autobiografía ‘Dentro de Pink Floyd‘ el momento exacto en que los británicos se deshicieron de su alma mater, debido a problemas psicológicos. Una historia que luego situaría a Barrett completamente calvo, sin cejas y con un notorio sobrepeso en los Abbey Road Studios mientras sus ex compañeros de banda grababan Wish You Were Here, una obra dedicada a su memoria. Saltó y se cepilló los dientes sin los correspondientes utensilios: las lágrimas brotaron en Roger Waters, quien luego terminaría por escribir Shine on Your Crazy Diamond inspirado en tan abrupto suceso.
Un viaje del que se dice, Syd nunca volvió. Y es que a meses de haber fundado Pink Floyd junto a Mason y Waters, cayó en una extraña adicción al LSD. Día a día incursionaba en viajes lisérgicos, terminando en atmósferas que él mismo desconocía y confundía con la realidad. “Miraba la caja de cereales como si fuera un televisor”, diría Alice Cooper en múltiples entrevistas cuando hospedó a Pink Floyd en su morada a fines de los sesentas en su primera gira por Norteamérica. El oriundo de Cambridge se paraba en medio del escenario, tocaba un par de acordes y su mirada se perdía en el público. Inmóvil, como si le pidiera explicaciones a la vida.
Misterios rondan su condición mental. Ya que si bien tenía antecedentes familiares de esquizofrenia, nunca se corroboraron del todo. Una posterior diabetes apagaría su vida, tras décadas recluido en el sótano de su hogar. ¿Qué ocurrió realmente en el cerebro de uno de los fundadores de la psicodelia? Un tema tan oscuro como enigmático y no resuelto que será tratado en una nueva obra de Alan Bissett.
One Thinks of It All As a Dream, es el nombre del montaje a estrenarse en el Mental Health Artes y Festival de Cine (SMHAFF) la próxima semana. A pesar que la obra se centra en responder la interrogante anteriormente planteada, el resultado juega con que todo se trata de un sueño. Pasajes metafóricos la inundan.
Pero, ¿qué ocurría efectivamente en la mente de Syd? Su hermana lo aclaró en una pequeña entrevista con Rob Chapman para su biografía, afirmando que era “una persona muy infeliz, y dañada”. Muchos incluso afirman que era violento, y con reacciones abruptas; una descripción que se condice con los síntomas de la esquizofrenia.
No obstante, John Cavanagh, encargado de escribir un libro sobre el primer álbum de Pink Floyd, The Piper At The Gates Of Dawn, la bien llamada piedra angular de la psicodelia, más bien se inclina por la teoría que Barrett era un “recluso a lo Stanley Kubric”, presentando problemas mentales claramente, pero resumiéndose más bien en algo de ‘actitud’. “Era como un recluso , pero también era un habitual en los bares y solía hablar con la gente si no hablaban la misma basura de su grupo o cosas de su edad”, afirma.
Diez años exactos se cumplen este 2016 de su muerte, y a pesar que su luz estrictamente musical se apago a inicios de la álgida década de los 70s, su legado permanece inmutable. El diamante loco brilla más que nunca.