Son la banda que revitaliza al rock a nivel mundial. Suenan en spots en todos los continentes. Mantienen la sicodelia en una larga aventura en donde sus letras y su música atrapan a cualquier persona, del idioma que sea. Y es que el gran plato que cocinaba la tercera edición del festival Primavera Fauna, era para comérselo lento, a disfrute de paladar digno de hacer volar las papilas gustativas. Tame Impala sabe ya a estas alturas, luego de dos bien logrados discos, que su sonido y su proyección en escena tiene que ser prolija: desde la guitarra Rickenbacker de su frontman, Kevin Parker hasta el sonido inspirado en el ex Beatle Ringo Starr, por su baterista Jay Watson.
El plato fuerte del festival tuvo a una banda en su peak y preparando un nuevo disco. Energizaron una jornada llena de buenas y lindas sorpresas como el debut de los norteamericanos de Real Estate o la perfomance del noruego Erlend Øye & The Rainbows. Las 15 mil personas que los vieron dieron fe de eso: en cada canción, en cada estrofa. Una fiesta rock que soporta hasta los más odiosos, incluso a aquellos que los criticaban. Los australianos dieron el golpe necesario, ya a esta altura a los que hablaban mal de ellos darles una bofetada de cómo la perfección y la buena puesta en escena pueden dar crédito de aquello. En una fiesta con parajes sicodélicos, dignos del olor que emanaba entre el público y a los brebajes que a más de alguno tenía en estado sórdido de los que presenciaron el show. Una amalgama que le da ciertos matices al sonido que Tame Impala hacía saltar a sus fans.
Tame Impala son la banda del rock del momento. Saben como llegar al tímpano del más mañoso melómano. Ellos se rinden a sus pies y los australianos agradecen. La primera imagen que se me viene a la cabeza es la de Kevin Parker con la bandera en su espalda. Basta decir gracias a su show de características épicas.