Cuando Rina Sawayama lanzó su EP debut el 2017, lo hizo como una declaración de un futuro prometedor. Su duración extendida “RINA” trajo consigo el revival de los ‘00s (del que aún no entendíamos su urgencia), con notas reminiscentes a Britney o Destiny’s child, pero de una energía fresca e innovadora; la promesa de llenar ese vacío en el pop, con un enorme apetito disruptivo. En sus siguientes proyectos, los LPs “SAWAYAMA” y “Hold The Girl”, logró una madurez sonora en base a fusiones de nostalgia (las guitarras a la Limp Bizkit siguen como parte de su sello sonoro), narradas desde un espacio más íntimo, con tópicos como su sexualidad, amistades, y un abrazo a su infancia. El avance de su carrera ha sido —en principio— de manera introspectiva, pero eso no frena las puñaladas secas con las que ataca temas universales, que nos despiertan del letargo de nuestra condición humana postmoderna. Es allí donde nos entregó uno de los puntos más altos de lo que es (hasta ahora) su carrera músical, “XS”.
El single nos habla de la cultura del consumismo, desde la perspectiva de un derrochador compulsivo en busca de “lujo y opulencia”. La narración de Rina es lo suficientemente auto-consciente como para cuestionar los distintos costos de producción de este estilo de vida, desde la mano de obra hasta el irreparable impacto ambiental que la opulencia genera. El videoclip que acompaña el single es donde mejor se ejemplifica este problema, pues en primera instancia nos muestra la promoción de un extraño producto en un set en vivo, con una coreografía y vestimenta lo suficientemente “camp” como para estar al límite de lo lujoso. Este aspecto superficial contrasta con el origen de este producto, que es procesado en un “sweatshop”; trabajadoras en precarias condiciones se dedican a embotellar y extraer el contenido del mismo, el cual se nos revela proviene de una extraña y alien criatura. ¿Es esta una representación de la tierra dañada, o una muestra de la falta de simpatía con el otro y nuestro entorno?
En una primera lectura, el título “XS” parece referirse a la talla de vestir extra pequeña, apuntando al problema sobre la idealización de los cuerpos y cómo se venera al ideal de figura esbelta. El peso de esa primera lectura complementa a la siguiente, que se revela durante el coro en la voz de Rina; oímos “XS” como “excess”, palabra que conecta con el tópico principal del single por medio del lujo y la exuberancia. La dualidad como eje temático, con un aspecto superficial y sencillo que opera en paralelo con la parte más oscura y oculta. Aquello no se limita únicamente a las interpretaciones líricas de la composición, pues en la instrumentación existe un constante choque entre lo acústico y lo distorsionado; lo primero guía la mayor parte del track, funcionando como un pegadizo groove donde descansa el canto de Sawayama, mientras que el shock de las guitarras pesadas se limita a pocos tramos de corta duración, los que sacuden la narrativa principal y desvelan la presencia de un algo escondido.
Rina es uno de los nombres a destacar en lo que concierne al pop contemporáneo, con una voz alerta tanto al relato interior, como a su vez preocupada de los problemas que acarrea el existir como sujeto del siglo XXI. Armada de una imponente identidad visual y sonora, que se luce en “XS” mientras cuestiona los peligros del consumismo desmedido, desafiando al oyente a replantear su relación con la cultura del exceso.
La artista es parte del line-up de la edición 2024 de Lollapalooza Chile, donde también destacan otros autores que abordan el tópico medioambiental, como King Gizzard. Además, el festival cuenta con distintas iniciativas sobre sostenibilidad, como lo es Rock & Recycle o la Expo Aldea Verde.