Cuando nuestras vidas se ven interrumpidas por el estrés de una experiencia traumática, como la pandemia, nuestra salud mental puede verse comprometida. La interrupción constante en nuestras rutinas, la posibilidad o la realidad de que los seres queridos se enfermen, la exposición potencial a un virus potencialmente mortal y la incertidumbre general de la situación dificultan que la mente permanezca en un estado saludable y equilibrado.
El estrés es algo con lo que tratamos como parte diaria de nuestras vidas y no siempre es perjudicial. Sin embargo, el estrés traumático puede tener impactos psicológicos negativos y duraderos y, en su extremo, puede manifestarse como trastorno de estrés postraumático. Este tipo de exposición puede suspender nuestros cuerpos y mentes en un estado prolongado de angustia, agotando nuestros recursos mentales y provocando agotamiento, así como daños fisiológicos y emocionales.
Afortunadamente, la música puede ser de gran ayuda. La música nos sirve para aumentar nuestra capacidad de lidiar con el estrés y evitar los efectos negativos posteriores de vivir una experiencia traumática como la pandemia. Escuchar música que disfrutamos reduce los síntomas fisiológicos del estrés, disminuye la frecuencia cardíaca y la presión arterial y disminuye la producción de hormonas relacionadas con el estrés como el cortisol. El efecto calmante de la música nos ayuda a alejarnos del estrés al activar nuestro sistema nervioso parasimpático, lo que nos permite conservar energía, descansar y reponernos. Al devolvernos a una línea de base saludable, la música puede ponernos en un mejor estado mental con el poder de aliviar los síntomas psicológicos de nerviosismo, inquietud y sentimientos de preocupación. Escuchar música puede aliviar tanto el estrés que, cuando se usa antes, durante o después de la cirugía como intervención, reduce significativamente el dolor y la ansiedad del paciente.
¿Cómo funciona?
La directora ejecutiva del International Arts and Mind Lab del Brain Science Institute de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, Dra. Susan Magsamen, señala que “el arte es tan importante como el ejercicio, el sueño o la nutrición”. “Es un regulador, una forma de regular los sistemas de su cuerpo en un momento estresante. Crea diferentes vías neuronales que ayudan a extinguir el miedo“. Al hacer esto, reduce la actividad en la amígdala del cerebro, que es responsable de todo ese cortisol. “La danza, la escritura, la música, particularmente la música de baja tonalidad, realmente ayudan a establecer la amígdala. Esos son cambios neurobiológicos importantes”.
Parte de cómo lo hace es a través de una táctica simple, pero a menudo desacreditada: la distracción. Todas las disculpas a Shakespeare, David Lynch y Yoko Ono, pero según Magsamen, “Las artes son una distracción. Cuando lees un libro, vas a otro lugar. Cuando escuchas música o ves una película, eso es un escape… Solía haber un pensamiento de que podías hacer dos cosas a la vez, pero no puedes. No puedes tener toda tu atención en todas partes a la vez”.
Si te es posible, distráete del mundo y sumérgete en lo que más te gusta del arte.